La ira.

La ira.

Las personas  poseemos diversas cualidades destacables:buenas y malas.

Unas y otras forman el núcleo emocional de los seres vivos. La ira es una de ellas; emocional que
ayuda a la supervivencia, protección y restitución de la normalidad.

La ira como componente particular en nuestra genética, se debe  controlar, o en su caso aprenderlo,
a través de diversas técnicas.

Vivimos en una sociedad altamente exigente, muy competitiva. tanto que toda la presión que esta
 ejerce sobre las personas, provoca el efecto de olla expres.

Vivimo en una sociedad altamente exigente, muy competitiva, tanto que toda esa presión, provoca
en nosotros un efecto conocido como “olla expres”.

Podemos imaginar fácilmente el fuego calentando un cazuela. Cerrada con una pequeña salida en
forma de orificio. Cuando el calor hace que el contenido reaccione, a través del reducido escape,
lo hará sí, con mucha fuerza. Así hemos oído muchas veces  el pitido particular que emite,
la olla a presión.

Así somos nosotros-la mayoría-en situaciones en las cuales no controlamos, o bien lo hacemos
de forma tardía, no adecuada. Saltando enfadados, disgustados, compungidos, en un estado
carente de control y equilibrio.

El “bicho” que todos llevamo dentro campea a su albedrío, a sus anchas y cual tsunami es devastador.

después de todo ese proceso, hay que hacer frente a las consecuencias. Si somos personas que
racionalizamos los problemas, saldremos casi indemnes de semejante situación, pero en caso
contrario, si nos pesa, nos afecta o nos produce malestar, sin lugar a una justificación coherente,
quedaremos en postrados ante un estado anímico demoledor.

Conocí a una persona que era muy “tranquila”, y este detalle en alguna ocasión se lo mencione.
Él contestaba: cuidado porque cuando me enfado, me transformo.

Para remediar las consecuencias de la ira, tanto personales como a otros que están a nuestro
alrededor, es primordial conocernos.