La Autocrítica, ¡no! nos gusta,

¿Te gusta criticar te a ti mismo?


autocritica.pngSi eres como la mayoría, incluido yo naturalmente, la respuesta a esta pregunta será que no te gusta criticar te y que evitas hacerlo siempre que puedes. Y precisamente porque los grupos sociales a los que pertenecemos no solo sirven para protegernos sino además como fuente de autoestima y de orgullo, también somos extraordinariamente poco autocríticos con nuestras identidades  sociales: familia, país, cultura, profesión... Sobrevaloramos y glorificamos aquello que refuerza la identidad de nuestro grupo, reforzando así nuestra propia seguridad y autoestima sí creemos que esté identidad está siendo atacada, la defendemos como si nos fuese la vida en ello. Nuestra historia y nuestro presente están cuajados de ejemplos de personas obcecadas con ten con temas identitarios que pueden llegar a medir la fuerza de una creencia religiosa en estos casos, olvidamos lo que nos une y nos centramos en lo que nos separa, como anecdótico que resulte. lo triste es que estamos programados para ello. Lo esperanzador es que podemos mirar nuestras programaciones a la cara y tomar otro camino.
Hay estudios que dicen que somos capaces de favorecer irracionalmente a los miembros de nuestro propio grupo. Da igual que este se haya formado a partir de motivos anecdóticos, como el color de una camiseta o cualquier elemento poco relevante:  cuando decidimos que algo pertenece a nuestro grupo lo adoptamos con entusiasmo. Aquí es donde se complican las cosas: cuando te unes a un grupo( y por tanto nos identificamos con él) necesitas que ese grupo te llene de orgullo, sea cual sea su realidad o méritos objetivos. ¿Qué haces si no existen motivos evidentes para el orgullo? ¡Te los inventas! así de fácil Ya eres parte interesada coma así que necesitas encontrar motivos para el orgullo como sea.Para auto convencernos rápidamente, recurrimos a un truco fácil: divides el mundo entre ellos y nosotros, y para darte un poco de ventaja, denigras y críticas a los grupos opuestos o diferentes al tuyo. Para poder hacer esto sin mala conciencia, y para poder creérselo de verdad, vas a fijarte sobre todo en aquello que percibes como los rasgos negativos de los grupos a los que no perteneces. ¿Ya tienes claro aquello que no te gusta del adversario? Pues ahora, automáticamente, conviertes  esos rasgos negativos en un rasgo universal de todos los miembros de ese grupo, lo que es lo mismo, creas estereotipos. Ya no tienes en frente a personas como tú, que sufren, bien, yo ni tienen en sus dificultades y contradicciones: ahora tienes a un grupo homogéneo con unos defectos y culpas colectivas muy claras.

Para rematar este engaño cognitivo por otro lado, vas a esa Gerar, tanto lo que te separa de los grupos a los que no perteneces, como lo que te une a tu propio grupo. ¿Te parece que no puede ser tan crédulo, tan injusto? Comprende que nos facilitamos un poco la vida poniendo las cosas en blanco y negro. Recuerda que preferimos la seguridad y la certeza para poder sobrevivir. Así que, en resumen, primero categorizamos, luego nos identificamos con nuestra categoría y, por fin, nos comparamos con los demás grupos, siempre a favor naturalmente de nuestro propio grupo, ya que eso nos ayuda a consolidar nuestra autoestima. Y todo ello lo hacemos sin ningún esfuerzo, con mucha naturalidad, porque tenemos un cerebro más  inclinado hacia la supervivencia que hacía la justicia universal.

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