Lo que hacemos para pertenecer al grupo.

Individuo :Persona considerada independientemente de las demás.
Las cosas normales que hacemos para pertenecer al grupo.
https://c1.staticflickr.com/8/7247/7095810175_70bb4c6557.jpgLos humanos estamos a medio camino entre seres individuales y sociales, aunque pesa enormemente nuestra necesidad de pertenecer al resto del mundo. ¿Cómo lo logramos?  Buscamos Lugares en los que echar raíces, ideas que defender, valores que asumir como propios, personas a las que llamar familia y amigos. Pasamos mucho tiempo estableciendo estos vínculos y desarrollando una identidad personal y también Social, es decir, adoptando las ideas, valores y creencias de un grupo que asumimos como propios. Piensa en lo cansado y peligroso que resulta intentar luchar uno solo. Cuando dices que perteneces a un país, o que eres católico, o que tienes un equipo de fútbol, por poner un ejemplo, estás adoptando y haciendo tuya las características- y la fuerza- de todas las personas que pertenecen a este  mismo grupo social. Ya no estás solo: te conviertes en ese país y en esa religión y en ese equipo, en ese género y en esa clase social, en esa profesión y en esa creencia con la que te identificas y que adoptas, o heredas, como propia.  Esta identidad es el puente que te permite  encontrar tu lugar en el mundo, una forma de hallar protección y seguridad mucho más allá de tus propias fuerzas. Por eso, esconderse en la manada, pertenecer en cuerpo y alma a un grupo social es tentador, porque resuelve muchos problemas, sobre todo una tendencia del cerebro humano muy disruptiva: la tendencia a tener miedo a no lograr sobrevivir. En consecuencia, si encuentras un grupo y este te acepta, querrás defenderlo como si estuvieras defendiendo tu propia vida.

Esta es una de las razones por las que nos cuesta mucho romper nuestros vínculos personales y sociales, aunque no nos hagan felices. Volverte en contra de las ideas, valores y personas con las que te identificas, incluso simplemente cambiar de opinión, te desestabiliza, y se vive, en lo más profundo de nuestros recónditos circuitos cerebrales, como una pérdida y un acto de deslealtad hacia uno mismo. Cuanto más invertimos en defender o creer en algo, más difícil no resultará renunciar a ello por la inversión, el tiempo y la energía perdidos, así que tendemos a aferrarnos al conjunto de aquello con lo que nos identificamos, es decir, a nuestra identidad personal y social. Y es que de estas identidades obtenemos no solo seguridad, y no también autoestima.

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