El Dominó y su historia.

El Dominó.


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b3/Domino.JPGTodos o casi todos conocemos este juego, y la figura  que sobresale y destaca dónde se juega, 2 ó 4 personas alrededor de la mesa jugando al dominó su origen se remonta   a más de 2000 años A. C.,  como lo atestiguan las piezas de museo expuestas en el Museo de Bagdad ( Irak)  procedentes de las excavaciones de la ciudad sumeria de Ur. No obstante, no fue hasta el siglo XVIII cuando el dominó hizo su incursión en Europa y en la mesa de los españoles. Por entonces, para diseñar las fichas- llamadas también dominó-, se elaboraba una cara de ébano ( La Negra) y otra de Marfil ( La Blanca).
El objetivo del juego es alcanzar una puntuación fijada previamente por los participantes que se logra sumando el valor de las  fichas de los adversarios que no han podido colocar. Juega con  28 fichas, rectangulares y planas, divididas en dos mitades cada una de las cuales lleva una combinación de puntos, desde el cero hasta el 6, en todas las combinaciones posibles.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b6/Juego_de_Domin%C3%B3.JPG/1024px-Juego_de_Domin%C3%B3.JPGPara empezar, cada jugador elige 7 piezas, de las que desconoce el valor puesto que están boca abajo. Por lo general, abre la partida quién tiene el SEIS  DOBLE y prosigue el de su derecha, que tiene que colocar una ficha que tenga otro 6 en uno de sus lados, por ejemplo,  6- 3. El siguiente jugador continuará poniendo una pieza que tenga también un 3, por seguir el ejemplo si no tuviera ninguna ficha con ese valor, pasará el turno. Quien antes termine de colocar sus fichas gana y suma a su favor el valor de las fichas que sus adversarios no han podido colocar.
Después de estas breves clases de dominó, falta una final la del argot propio de los asiduos a este juego. Más que nada para  que no nos sorprendan si escuchamos a nuestro compañero de llamarnos “dobles” o “blancas”a las que tienen algún cuadrado sin puntos, o “pitos” a las que tienen algún 1.


Pensamiento:  las grandes ciudades son el medio ideal para la renovación social y el progreso.


Aunque la vida campestre posee un atractivo tan seductor que nos lleva a  idealizar la, es realmente en las ciudades donde se libera la imaginación y se forja el destino de la humanidad. Sus libertades, su Tolerancia coma su diversidad y su ritmo acelerado agudizan la intuición estimula forman novedades de convivir y nutren la  originalidad.

Además, al no sentirnos coaccionados por normas sociales inflexibles, expresamos más libremente las convicciones, el inconformismo y la creatividad.




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