El origen de la Baraja Española.
El origen de los naipes.
Mus, brisca, cinquillo, solitario, cuadrado, póker, burro, julepe, escoba, siete y media, mentiroso, reloj...Y así hasta completar una larga lista de más de un centenar de tradicionales juegos de cartas- podemos añadir aquellos y son de invención doméstica- que amenizan las tardes de miles de hogares españoles. Porque España, según demuestra la historia, es un país aficionado a la baraja, y lo viene siendo desde hace más de 700 años.
Así lo atestiguan los primeros testimonios que datan de finales del siglo XIV momento en el que llegaron los naipes a Europa según parece procedentes de Oriente. Pero no creamos que las barajas llegaron metidas en sus cajitas tal y como las conocemos hoy, sino que lo hicieron a través del testimonio de los diarios de viaje de los aventureros del viejo continente. Esos relatos pronto se extendieron por toda la geografía europea y cada nación comenzó a fabricar sus propias cartas. Por eso, hoy en día existe la baraja española, la francesa, la inglesa, la alemana…, y aunque comparten ciertas características, suelen ser bastante diferentes entre sí.
Aunque no se conoce con exactitud cómo fue aquella primera incursión de las cartas en Europa, si se sabe que fue en Italia desde donde se expandieron al resto del continente y, Pues, al resto del mundo.También he sabido que desde su llegada, este tipo de diversión causo furor entre todos los estamentos de la sociedad y que pronto comenzaron a aprobarse medidas de prohibición para limitar su proliferación.
Por ejemplo, en 1333, el rey Alfonso XI prohibido a los Caballeros miembros de la Orden de la banda, fundada por el propio monarca, participar en este tipo de juegos. Años más tarde, en 1387, extendió esa restricción a toda la población. Sin embargo, la persecución y condena de los infractores se tornaron bastante complicadas, pues se trataba ya de una práctica muy arraigada y difícil de manejar. El control político del juego no cesó, aunque miro el rumbo: en lugar de perseguir a los adeptos a las cartas ya los comerciantes que las vendían, en 1543, durante el reinado de Carlos I, se estableció que su venta pertenecía en exclusiva a don Rodrigo de Dueñas banquero de Medina del Campo Más contribuyó a multiplicar las arcas reales. Este privilegio otorgado por el rey- o monopolio, como lo consideraríamos hoy- se estableció a cambio de una aportación a la corona de 1300000 maravedíes que servirían para reforzar las fronteras del norte de la península.
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