Miedo al qué dirán...¡Pues No!
Miedo al qué dirán...
No podemos evitarlo, vivimos en sociedad. Somos criaturas sociales enmarañadas a su vez por múltiples escenarios que nos determinan casi sin querer: una familia, unos amigos, unos vecinos, unos compañeros de trabajo…
Entre todos, formamos una especie de mezcla, compuesta de colores y sabores con los que hemos de aprender a convivir.
Pero el convivir, no significa no poder vivir en libertad y actuar de modo independiente según nuestros deseos y caprichos, según nuestra voluntad. Aunque en ocasiones para mucha gente es complicado…
“El qué dirán” es una arma de doble filo que siempre ha existido, que pone muros a nuestra libertad, que frena nuestros pasos y que nos obliga a estar atentos para no quebrantar esas normas implícitas de lo que se supone, “está bien”.
Son muchos los campos sociales que aún están impregnados de prejuicios sociales, de ese polvo rancio que no solo vive en los pueblos pequeños detrás de las cortinas.
También existe en muchos trabajos, en muchas calles de nuestras ciudades, e incluso en nuestras propias familias…
Triunfa contra el temor al rechazo
Si tu felicidad se está viendo obstaculizada por esa barrera, detente a pensar un momento en esa situación ¿De verdad merece la pena?
Si lo que temes de verdad es ser rechazado por esa familia, esos amigos o esa sociedad,deberás poner en tu balanza ambas partes para ver qué pesa más en tu corazón.
No podemos ser aquello que no somos, ni callar eternamente nuestros pensamientos y deseos. El aparentar ser algo que no somos deja asomar un día u otro la frustración, y con ella, la baja autoestima.
No vale la pena. Nuestro equilibrio personal es lo primero, al igual que nuestra felicidad.
No es posible gustar a todo el mundo
Hay algo que debemos tener claro desde el principio, algo que deberían enseñarnos desde niños: es imposible gustar a todo el mundo. Y no solo es imposible, es incluso saludable.
Cada uno de nosotros tenemos una personalidad, unos criterios y una voz. El no encajar con otras personas pone a su vez unos límites adecuados que nos dan identidad.
No tenemos por qué llevarnos bien con personalidades egoístas que no respetan a otras personas. Que humillan y destruyen. El no llevarme bien con ese tipo de personas me ofrece autonomía y respeto a mi propia escala de valores. Es algo necesario e higiénico.
Y aún hay otro aspecto que debemos comprender: cuánto más inseguros nos mostremos, y menos claras tengamos nuestras ideas, peor nos valorarán.
Define tus criterios, tus posiciones, mantente firme en tus valores y defiéndete. Las personalidades bien desarrolladas y con una fuerte autoestima no se dejan vencer, y no tienen por qué temer al “qué dirán”.
Es algo normal, esperable y comprensible. Es parte de la vida y hay que tratar de analizarlas como lo que son: “otros puntos de vista”. Y como tales, debemos respetarlos sin llegar a dramatizar.
Cada uno de nosotros dispondremos de un enfoque de lo que es la vida, y con esos puntos de vista variados y diversos hemos de aprender a convivir. Pero siempre sin juzgar o llevar a los extremos.
Defiende tu posición
Puede que otros quieran imponer sus ideas sobre ti. Que pregonicen sobre sus propias moralidades, sus propias normas sociales, sobre lo que está bien y lo que está mal. Pero nunca lo permitas.
Debes defender tus posturas, tus ideas y tus necesidades, no te dejes vencer o infravalorar… porque cuando atacan a tus propios valores, estarás perdiéndote a ti mismo/a.
Actúa según tus propios principios
Esta idea es aplicable a cualquier ámbito. Incluso cuando vas a comprarte ropa y te dejas influenciar por quienes te acompañan.
Haz siempre lo que te haga sentir bien, lo que te permita ser feliz en las pequeñas y en las grandes decisiones. Porque si vamos perdiendo la voz poco a poco, llegará un momento en que ni siquiera nos escuchemos a nosotros mismos.
¿Vale la pena? Desde luego que no. Reclama tus derechos y dilo en voz alta. “El qué dirán”, es solo un viento frío y rancio que no tiene por qué afectar.
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