Origen de poner el anillo de boda en el dedo anular.

Porque el anillo de boda en el dedo anular.
https://cdn.pixabay.com/photo/2016/04/17/21/56/wedding-1335649_960_720.pngLas bodas son unas ceremonias cargadas de hábitos y costumbres repetitivas  poco conocidas. Puede que será uno de los acontecimientos donde los rituales sociales se hacen más  presentes y pocos son los que se atreven a desobedecerlos. Así, la mayoría de las novias visten de blanco el día de su boda, portan un ramo que después lanzan entre las mujeres solteras invitadas, intercambian con el novio las trece arras… Y así hasta una larga lista de preceptos ceremoniales marcados por la tradición.
Muchas de ellas, de hecho la mayoría, tienen lugar durante la ceremonia en sí, como el momento en el que los novios se desposan mientras se colocan mutuamente las alianzas. Tanto si usted está casado como si no, sabe perfectamente que los anillos se colocan en el dedo anular de la mano izquierda. Pero seguramente no sabemos porque.
Se trata de una norma instaurada por los griegos alrededor del siglo iii antes de Cristo (como vera, mucho antes de las bodas católicas) y que se basaba en la creencia de que este dedo se comunicaba directamente con el corazón a través de una vena, conocida como a la vena del amor. De este modo, el símbolo más visible-y material-de los sentimientos entre los novios, las alianzas, se mantenían cerca del corazón gracias a esa vena, para que la pareja tuviera un final feliz.
Que  hable ahora… o calle para siempre.
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Los presentes contienen el aliento- principalmente los novios-, cuando, de pronto, una profunda voz masculina al final de la sala se alza para declarar ante todo su amor por la novia.

Su origen en una norma establecida por el emperador Carlomagno a comienzos del siglo 9, conocida como las amonestaciones de boda y consiste en anunciar públicamente la celebración de un enlace, días antes del mismo, por si no podía celebrarse. En esa época eran habituales las uniones entre miembros de una misma familia, costumbre por la que Carlomagno quería acabar. Así, las uniones  se anunciaban en un cartel a la puerta de la iglesia para que, si alguien sabía que existía un parentesco entre los contrayentes, pudiera comunicarlo a la autoridad eclesiástica y evitar así el matrimonio.

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