La afectividad y su construcción.

La afectividad y su construcción.

http://www.publicdomainpictures.net/pictures/30000/velka/hand-hand-hand.jpg Los malos tratos durante la infancia son enormemente destructivos para el desarrollo natural de la capacidad de construir vínculos afectivos saludables. En los adultos, ciertas experiencias aterradoras a manos de semejantes también pueden privarlos de la confianza necesaria para establecer relaciones íntimas. Por ejemplo, en las mujeres las secuelas de la violación sexual demuestran que la invasión del cuerpo por la fuerza descompensa el equilibrio físico y emocional hasta el punto de que el 50% de lasvíctimas de estos ultrajes son incapaces de volver a mantener relaciones sexuales con normalidad durante 2 años. Y entre las mujeres agredidas que tienen que ser hospitalizadas, hasta 6 años más tarde una de cada cuatro sufre todavía algunas secuelas psicológicas como insomnio, miedos nocturnos, cansancio crónico, depresión y aislamiento social. En bastantes supervivientes de agresiones, el trauma se perpetúa a través de recuerdos horripilantes del asalto, que les impide disfrutar de las relaciones de pareja. Con esto  hay que subrayar que hay experiencias abrumadoras, profundamente perjudiciales que desfiguran incluso el carácter más  sólido y optimista. Los efectos de ciertos sucesos traumáticos alteran el funcionamiento de nuestro sistema nervioso y moldean negativamente nuestra percepción del mundo. Aunque la gama de desastres naturales, accidentes fortuitos o atrocidades humanas que pueden afectarnos es muy amplia, la violencia humana intencional es sin duda la más maligna. Estas experiencias causan lo que los especialistas llaman trastorno por estrés postraumático.Los síntomas más típicos de esta dolencia incluyen la intromisión en la mente de imágenes y recuerdos estremecedores, la repetición inesperada de las sensaciones corporales de terror- Como palpitaciones, sudores fríos o ponerse la carne de gallina-, las pesadillas, la ansiedad, la tristeza, las fobias y  el aislamiento social.
La mezcla de sentimientos de miedo e indefensión tienen efectos devastadores sobre el estado emocional de los seres humanos. Las personas que se sienten impotentes ante la adversidad y ven que hagan lo que hagan nada cambiará ni mejorará son más proclives a sufrir secuelas de trauma y, con el tiempo, a adoptar una disposición apática y derrotista como se suele decir vulgarmente “ a tirar la toalla” ante las presiones y los desafíos de la vida.
Además el temor excesivo y prolongado lesiona el sistema cerebral. Esta especie de eje esencial conecta el hipotálamo, el área del cerebro responsable de regular las emociones y las funciones básicas- temperatura, el hambre y el dolor- con la hipófisis y las glándulas suprarrenales. La hipófisis es una glándula fundamental que está situada en la base del cráneo y se encarga de producir, entre otras, las hormonas que estimulan la suprarenales, Segregadoras de adrenalina y otras sustancias que controlan nuestra capacidad de responder  al estrés y a los peligros. El miedo persistente también altera el equilibrio de ciertas sustancias transmisoras en el cerebro- como la serotonina y la dopamina-, que modulan el estado de ánimo y cuello  déficit nos predispone a la depresión. Con el tiempo, estas averías arruinan nuestra manía vital Y, concretamente, la capacidad para establecer relaciones afectivas.

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