Mal de Ojo.
Mal de Ojo
La Real Academia Española da como su definición “influjo maléfico que, según se cree vanamente, puede una persona ejercer sobre otra mirándola de cierta manera, y con particularidad sobre los niños”.
También conocido como “ojear”, se cree que puede causar sufrimiento no solamente a las personas, especialmente bebés o niños pequeños, adultos, animales y objetos que se utilizan diariamente. Se dice que tanto los niños como los animales pueden enfermar y morir; los adultos sufrir desgracias, además de enfermedades, mientras que los objetos se descomponen.
Muchos consideran que con solo desearlo se logra hacer ese daño y otros, sostienen que a veces puede ocurrir involuntariamente cuando la persona tiene lo que se denomina popularmente “una mirada fuerte”.
Los síntomas físicos que lo delatan son, en el caso de los más pequeños, llanto incontrolable y sin causa aparente, dolores de estómago, diarreas, vómitos, brotes en la piel y pesadillas, además de una pérdida de apetito. En los jóvenes y adultos se puede manifestar como pérdida de apetito, fiebre, insomnio, escalofríos, incapacidad para concentrarse, fuertes dolores de cabeza. Existe además un claro cambio de humor, la persona bajo el efecto de este mal empieza a estar nerviosa, asustada y agitada sin causa ninguna. También se dice que pueden ocurrir otros efectos como accidentes, rachas de mala suerte, pérdidas de relaciones, dinero o negocios. Esto genera a su vez, que quienes rodean a la persona afectada, se separen debido a que la relacionan con desgracias.
Las palabras que conforman la frase mal de ojo, provienen del latín. Mal se origina en el sustantivo malum, mali que proviene del adjetivo malus, mala, malum cuyo significado es de mala calidad, moralmente malo, malvado, funesto, perjudicial. La preposición de que en latín tiene en significado desde arriba, después de. El término ojo deriva de oculus, oculi donde –culus pasa al fonema -clo por síncopa, y éste no se mantiene en las lenguas romances dando como resultado la j. Por tanto, se puede considerar como el concepto de esta frase lo malo o funesto que viene después del ojo, de una mirada.
Clase: frase constituida respectivamente, por sustantivo, masculino, singular; preposición y sustantivo, masculino, singular.
La creencia
Hay que establecer que procede del latín, y más concretamente de lo que sería la suma del verbo credere, que puede traducirse como “creer”, y del sufijo –entia, que es equivalente a “cualidad de un agente”.
Comentarios
Publicar un comentario