Porque a las aves no les da la corriente en los cables .
El boomerang
Esta ancestral arma de caza australiana usada actualmente como instrumento para divertirse y hacer deporte. Se lanza por encima del hombro, sin inclinarlo y en línea recta y, tras unos segundos de espera, verá cómo iniciar el viaje de vuelta hacia su mano. Es sólo cuestión de práctica, de dedicarle unos minutos y lanzarlo una y otra vez. Ahora bien, dominar el lanzamiento no le hará descubrir porque vuelve.
No encontrará la respuesta en el material con el que se suba dedica: madera, bakelita, polipropileno, PVC, fibra de vidrio, carbono o cartón (en origen se hacían con ramas de árboles o cuernos de animales); tampoco guarda relación con la fuerza con que lo arrojé, sino que depende de la velocidad de rotación, que obedece, a su vez, de la envergadura y la forma del boomerang, que son las encargadas de aportar un equilibro entre giro y propulsión. Cuando usted lo lanza, el boomerang comienza a girar en el aire el punto su parte superior corta el aire de entrada a una velocidad relativamente mayor que la parte inferior. Así se genera un mayor empuje que, ayudado por la forma del artilugio–tiene diseño de banana o bipala–, genera una fuerza de giro que provoca que siga una trayectoria circular. Es decir que, en honor a la verdad, el volumen a no vuelve, sino que recorrer un largo trayecto orbicular que genera la sensación de ida y vuelta.
El vuelo del boomerang, por la disposición de sus alas, es similar a la de los pájaros cuando planean. La aguja cólípinta, un ave migratoria, puede llegar a realizar viajes de 11000 kilómetros entre Alaska y nueva Zelanda sin realizar ninguna parada. Todo un récord. No obstante, en cuanto aterriza en su destino, se dispone a descansar sentándose, por ejemplo, en uno de los cables de alta tensión que recorren el país. Ahí su vida, además de reponer fuerzas, como parte las experiencias el viaje con alguno de los cientos de pájaros que se apoyan en esos cables.
Porque a las aves no les da la corriente en los cables .
Estas aves no están hechas de ningún material aislante, como tampoco son aislantes los cables de alta tensión con en las torres eléctricas. Es más bien una cuestión de comodidad. Los electrones que recorren los cables y que transportan la electricidad buscan, no todos, el camino más fácil para llegar a su destino. El cuerpo de un pájaro, al igual que el de una persona, ofrece mucha más resistencia a la electricidad que el propio cable –para eso ha sido creado–. Entonces, cuando los electrones llegan a la altura de la pata del pájaro eligen entre seguir su trayecto o tomar una bifurcación a través del cuerpo del ave. Y prefieren seguir su viaje por el itinerario oficial, es decir, por el cable, porque no le opone resistencia. Ahora bien, las consecuencias serían bien distintas si el pájaro tocará O rozase a la vez otro cable, por ejemplo, con su pico o con un ala. Ahí sí su cuerpo sería el único trayecto que la electricidad puede recorrer para pasar de un cable al otro. El ave sufriría una descarga eléctrica que la electrocutaría. Por suerte, suelen ser bastante precavidas y la mayoría de las veces, con la combinación-electricidad no suele darse una subida de tensión.
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