La empatía.
Para un buen desarrollo en Inteligencia Emocional es necesario poder sentir empatía, la piedra angular de la inteligencia emocional.
La empatía.
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La empatía es identificarse emocionalmente con otra persona. Cuando sentimos empatía hacia otra persona la comprendemos y conectamos con ella. Para educar en empatía es necesario que los padres y cuidadores empiecen por mostrarse empáticos. La capacidad de escucha tiene un papel fundamental, ya que sin una comunicación abierta no puede haber conexión.
Escuchar y hacer el esfuerzo por entender las emociones, pensamientos e intenciones del otro Informa sobre sus necesidades. Pero hay muchas formas de comunicarse y muchos sentimientos que acompañan a distintas circunstancias, por lo tanto aprender a diferenciarlas también lleva tiempo. Tomar conciencia de las propias emociones y de las ajenas requiere, además de tiempo y paciencia, poner interés en hablar y escuchar ,E intercambiar y compartir información. Para enseñar a ser ayuda, por ejemplo, preguntar: ¿ qué crees que estará sintiendo esa persona?, o comentar, respecto a la situación de otro: Me puedo imaginar que no debe de estar pasándolo bien, parece que está triste…¿ cómo te sentirías tú si estuvieras en su situación?. Mantener una conversación, permitir que está fluya haciendo preguntas, escuchando y fomentando la utilización de la imaginación para ponerse en el lugar de otro son algunas formas que se recomiendan para estimular y suscitar la empatía.
Debemos de pensar por nosotros mismos.
Educar en las emociones incluye enseñar a pensar por uno mismo. Aprender a tomar las propias decisiones favorece el sentido de la responsabilidad y el sentido de que uno tiene el control sobre sus propios actos, de qué es autónomo. Tener autonomía en los propios pensamientos y decisiones contribuye a la confianza en uno mismo y el buen desarrollo de la autoestima. Está educación es un proceso que se puede aprender en cualquier momento de la, pero sobre todo empiezan a construirse los pilares durante la infancia. La clave está en preguntar frente a un comportamiento una situación determinada: que podríamos hacer, como pensamos que podríamos seguir, qué parte hemos tenido en lo que ha sucedido, que podríamos hacer diferente en el futuro si nos sentimos responsables en alguna situación etc. Ante preguntas como estas es esencial dejar que la persona piense y reflexione sobre su respuesta, y evitar interrumpir para que responda por sí mismo.
Durante el proceso de aprender a tomar decisiones y a pensar por uno mismo es muy constructivo permitir que en el caso de los niños, al igual que los adultos, describen sus experiencias de su día a día.Cuando dejamos que el otro reflexiones posibilita Moss que pueda pensar y decidir.
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