Nos da pereza ponernos manos a la obra.

Nos da pereza ponernos manos a la obra.

Hay una cierta sensación de que la gente que tiene éxito lo debe, sobre todo, a sus circunstancias o a la suerte. Lo cierto es que, aunque la suerte y las circunstancias puedan jugar un papel más o menos determinante, la inmensa mayoría de la gente que vive en aquellos países donde el umbral de pobreza es bajo y ahí acceso a la sanidad y la educación, esto es, las personas que no están luchando por sobrevivir, logran sus metas porque se han puesto manos a la obra porque al trabajo para lograr lo que desea y han tenido que superar la tentación de dejarse llevar por una vida más cómoda.

Uno de los métodos positivos para alcanzar nuestros objetivos , es premiarnos cada vez que logremos alcanzar una meta clara, aunque sea de forma sencilla.

El cerebro se resiste a empezar cualquier actividad, busca excusas, retrasa el momento de empezar. Técnicamente es lo que se llama procrastinar. Un 24% de personas se identifican como procrastinadoras, es decir, que casi una de cada cuatro no se ponen manos a la obra porque les da pereza( tal vez haya más, pero ni siquiera se habrá molestado en rellenar los cuestionarios, ni en pagar las facturas a tiempo, ni en terminar sus proyectos, ni en estudiar para un…). La verdad es que una clave importante en la vida es lograr transformar lo potencial, los sueños,Los planes, en algo real.Alguna de las razones que nos impiden emprender una tarea pueden ser:

No ser vagos, si no empezamos no nos cansamos. Quizás somos muy perfeccionistas y no nos lanzamos por miedo al fracaso.La desmotivación, al ser personas que no nos conocemos bien  a nosotros mismos, trabajamos en actividades que nos aburren, falta pasión para ponerse manos a la obra.

Si estás siendo pago, o estás aburrido o desmotivado, va a ser difícil que consigas algo. Pero si tienes un sueño o una meta, vas a ver formas eficaces para superar la pereza que nos da empezar a luchar por conseguirlo.

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Perdonar es una tarea lenta, silenciosa, íntima, que requiere una buena dosis de introspección y valor, y en la que solo mandan los sentimientos.

Se acostumbra a pensar que el perdón requiere un  intercambio cara a cara y sincero entre el ofendido dispuesto a perdonar y el ofensor que se arrepiente. Pero en la mayoría de las agresiones graves este Diálogo no es posible.

En estos casos, los agredidos perdonan a solas, no exigen contricción a sus verdugos ni restan gravedad a la ofensa.