Las emociones negativas.
Las emociones negativas.
Existen estrategias para protegerse del contagio de las emociones negativas.
- Escucha las emociones, pero no bailes siempre con su música. Filtra el contagio emocional de forma consciente; para desactivar algo inconsciente o programado en el cerebro, tienes que poner un foco de luz sobre la programación, como si abriera es el capó del coche para arreglar algo. Recupera libertad a la hora de sentir y pensar.
- Exagera los “activadores” del buen humor en: come chocolate, hace deporte, bailar, sal con amigos, ve al cine, etc.
- Elimina o limita lo que te desgasta: la crítica interna, las personas amargadas, las limitaciones que te impone es, las luchas de poder, todo lo que supone perder tiempo y energía. Reemplazados con situaciones y personas positivas.
- Tu cerebro, nuestro cerebro, naturalmente, pone el foco en lo negativo: tú céntrate en lo que estás haciendo, es decir, por el foco de lo positivo, en lo que te hace sentir bien, en lo que te alimenta, el trabajo, en tu vida personal. Busca metas claras que tengan sentido para ti y te den alegría. Pasatiempo con personas positivas, sus emociones también son contagiosas
No contamine esa los demás, piensa antes de enviar un correo desagradable o de decir algo negativo. Tenemos una gran capacidad para hacer daño o para dar alegría los demás, para contagiarles consciente o inconscientemente nuestras emociones. ¡reparte contagio positivo!
Pensamiento.
La felicidad abunda, pero está mal visto hablar de ella.
Llama la atención el enorme contraste que existe entre el grado favorable de satisfacción con la vida que sienten las personas cuando se observan internamente, y los temas deprimentes o incluso trágicos que empapan la calle, las tertulias y la vida social.
Muchas se consideran aceptable comentar las desdichas del prójimo, sobre todo si hacemos con espíritu solidario, a nadie se le ocurre hablar de su propia felicidad, porque puede interpretarse como presunción, está mal visto. Y dada la crisis económica actual, sacar el tema de la felicidad, como no sea para explayarse sobre su carencia, supone una muestra de insensibilidad, de mal gusto, de gesto insolidario y hasta cruel.
Experimentar cierto grado de estrés es inevitable.
La palabra estrés se ha convertido en una expresión universal. El estrés benigno o de poca intensidad nos mantiene alerta, concentrados y competitivos. Estimular la producción de dopamina y otras hormonas relacionadas con experiencias excitantes nos vigoriza y nos ayuda a afrontar retos y situaciones arriesgadas.
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